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Acostumbrados a tener lo que queremos y cómo queremos al alcance de nuestras manos en tan solo unos ‘clicks’, el mundo de la logística ha ido evolucionando de una manera fugaz y exponencial. Hemos pasado de transportar cajas llenas de cartas e imágenes, a acarrear animales, vehículos, alimentos, bebidas alcohólicas o cualquier cosa que se te pueda ocurrir, aunque en el día de hoy venimos a hablar de esta última mención, las bebidas alcohólicas, el vino.
Y es que en España, como es bien sabido, hay una gran afición por el vino, y eso se ha visto reflejado en los registros logísticos. Aunque hay que tener cuidado, ya que la gran mayoría de los envases de este producto están fabricados con vidrio, lo que significa que con un mínimo golpe podría dañarse y derramar todo su líquido.
A continuación entraremos más en materia y hablaremos sobre las claves del transporte de bebidas y alimentos, para que entendáis cómo funciona y qué aspectos se tienen en cuenta.
Los productos alimentarios merecen de un tratado especial y específico para su transporte, ya que si estos se dañan dejan de tener valor y son desperdiciados. Cierto es, que algunos productos pueden permitirse algún que otro rasguño ya que eso no perjudica su presentación final. Pero ese no es el caso de un paquete de harina por ejemplo, o de cereales, los cuales sus envases suelen ser muy finos y débiles, y con un rasguño pueden abrirse y derramarse.
El cuidado físico no es el único aspecto a tener en cuenta, la densidad óptima de transporte y almacenamiento, la ventilación adecuada y el porcentaje de humedad necesario también juegan un papel clave en el estado de comodidad de cada producto.
Hay ciertos alimentos que según la temperatura se pueden fundir, otros que según el espacio y posición se pueden aplastar, y cantidad de ejemplos más.